Las lecciones del «otro» cementerio nuclear

2 enero, 2012 § 3 comentarios

Los municipios cercanos al Cementerio Nuclear
de “El Cabril” no han hecho más que perder población desde su inauguración en 1992.

El Gobierno Municipal de Villar de Cañas considera que el Cementerio Nuclear será un acicate para el desarrollo de su municipio y la comarca circundante. Se basan en el hecho del aumento de actividad económica unido a la concesión de compensaciones económicas. Pero cabría preguntarse si hay una forma de medir los efectos económicos de una instalación de este estilo en nuestro país.

El ejemplo más cercano y sencillo con el que comparar es el Cementerio de Residuos Nucleares de baja y media actividad de “El Cabril”, en el municipio Cordobés de Hornachuelos. “El Cabril” comenzó a usarse en 1961 de forma clandestina como almacén de residuos nucleares, en 1975 recibió la primera supuesta autorización oficial, aunque fue en 1992 cuando fue oficialmente inaugurado y cuando el municipio afectado comenzó a recibir compensaciones. Las compensaciones son recibidas sobretodo por Hornachuelos y en menor medida por los otros municipios cercanos, Fuente Obejuna, Navas de la Concepción y Alanís. Es de suponerse que el Cementerio puede tener un efecto negativo en algunos sectores (Turismo, Agricultura, etc) aunque teóricamente, tendrá un beneficio por la generación de nuevos puestos de trabajo, inversiones y por las compensaciones. Ello debería redundar en un efecto positivo en la población. Pero ¿como cuantificarlo?.

Como sabemos hay diferentes índices de desarrollo económico y humano, la evolución de la población de un municipio o región respecto a otros de similares características es una de las más evidentes y aceptadas. Según esto, la introducción de un elemento de consideración tanto positivo como negativo debería tener un efecto considerable en la misma.El índice neto de población recogido por el INE puede ser un dato de interés en si mismo, pero este en ocasiones puede enmascarar datos importantes. Por poner un ejemplo, un municipio de una zona rural tendente a la pérdida de población que introduzca un nuevo aliciente positivo, puede no llegar a ganar población, pero si se estabiliza o pierde muy poca en tanto que los municipios circundantes se hunden poblacionalmente, podríamos hablar de éxito relativo. Es por lo que para poder llegar a conclusiones reales se usan índices referenciales respecto a la evolución de la provincia de referencia (exceptuando las capitales, cuya población suele comportarse de una forma diferente y podría dar origen a datos engañosos).Los datos del INE son los siguientes referentes a los pueblos afectados.

A simple vista se puede deducir que la población neta de todos los municipios se reduce, en algunos casos de forma considerable, sin embargo podría pensarse que puede deberse al efecto de una misma tendencia en el entorno, sin embargo, como se aprecia en las graficas de índices referenciales del entorno rural de la provincia de referencia, se aprecia que la caída es incluso más pronunciada que en el gráfico poblacional neto.

 

De estos datos y gráficos podemos sacar varias conclusiones. El primero y más obvio es que todos los municipios de la zona pierden población y que además lo hacen de forma más acusada que municipios similares de otras zonas rurales de su provincia. Por tanto el perjuicio a los sectores afectados ha sido mayor que los beneficios que puedan haber aportado la nueva actividad económica y las ayudas compensatorias.

Sin embargo se aprecia que el efecto negativo es ciertamente menor en Hornachuelos, donde se pude suponer que los efectos beneficiosos, sobretodo en lo referente al empleo y a las ayudas compensatorias fueron mayores. Pese a todo es nutable el hecho de que incluso en este municipio decrecen ambos índices objetivos.

Un último dato sorprendente es que es a partir de 1992, cuando la situación se regulariza, la caída es mayor. Esta caída viene precedida de un pequeño repunte o estabilización poblacional en los cuatro municipios en los dos años precedentes, años en los que se realizaron las construcciones de las instalaciones reguladas del Cementerio, con lo que suponemos que la actividad generada en el sector de la construcción si fue beneficiosa esos años. Sin embargo, pasada la época constructora, las poblaciones no dejaron de decrecer, en casos como Alanís y sobretodo Navas de La Concepción de forma dramática, en tanto otras poblaciones de similares características de las mismas provincias crecían. El efecto de las actividades Turísticas, la Agricultura y otros sectores productivos sostenibles debieron de tirar de la economía en otros municipios rurales, en tanto que la presencia del Cementerio no debió de ayudar demasiado al desarrollo de los mismos en la zona del Cabril.

Con todo, El Cabril es un almacén de residuos de baja y media actividad, por lo tanto mucho menos peligrosos que los que vendrán al Cementerio Nuclear de Villar de Cañas, con lo que hemos de suponer que, pese a que las compensaciones en este caso serán mayores, el efecto sobre los sectores afectados negativamente en aquel, será mucho más pernicioso en este. No sería justo dejar de señalar que habrá un repunte en la actividad económica y en la población de Villar de Cañas y de los pueblos más cercanos en los años correspondientes a la construcción del complejo, a eso se agarrarán las autoridades como muestra de lo beneficioso  del proyecto para el municipio y la comarca. Pero tras la inauguración y comienzo de la llegada de los residuos, no parece evitable el desplome del desarrollo y de la población, es cierto que el dinero de las compensaciones hará muy ricos a algunos, pese a hundir el futuro de la región.

Pese a todo, como en el caso de Hornachuelos, Villar de Cañas será el menos perjudicado de los municipios de la comarca puesto que al percibir fuertes compensaciones, esto atenuará la caída, pero en los demás, en muchos kilómetros a la redonda, solo veremos los efectos negativos. Son los vecinos, como nos demuestran los datos de Fuente Obejuna, Alanís y Navas de la Concepción, los que más deben preocuparse, quizá los más cercanos obtengan algunos puestos de trabajo en la construcción los primeros años, pero para luego no hacer más que hundirse de forma pronunciada, los demás de la comarca ni siquiera tendrán ese aliciente.

Todo esto es siempre en la suposición de que todo funcionará a la perfección en materia de seguridad, medio ambiente y sanidad, ya que El Cabril no ha tenido serios problemas al respecto y pese a eso ha ocasionado los perjuicios económicos y poblacionales aludidos. Simplemente, los productos turísticos, agrícolas y de calidad se venden mal con el sello nuclear y la gente prefiere vivir alejada de estas instalaciones. Sin embargo no hemos de olvidar esta inquietante posibilidad que en Cementerios Nucleares como el de Mayak se hicieron tristemente realidad. Cualquier accidente, problema de seguridad o acto de terrorismo, sabotaje o robo en las instalaciones o “In itinere” haría de todos estos problemas económicos y poblacionales algo meramente anecdótico.

En todo caso, no perdamos nunca de vista que los residuos de Villar de Cañas serán de alta actividad en tanto en El Cabril son de Media y Baja, con lo que todos estos datos solo pueden ser tomados en consideración como una mera aproximación al problema, lo previsible es que los problemas económicos, demográficos y de seguridad, sean mucho mayores en este que lo que lo son en aquel.

Víctor Miguel García de Lucas

Licenciado en Cc. Biológicas y diplomado en Turismo

Miembro de eQuo Cuenca

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